domingo, 4 de noviembre de 2012

Preparación superficial: Cómo limpiar

Hola!!
 
una vez que está claro que tienes que limpiar las superficies y con qué, lo que te queda es saber cómo hacerlo. Esta es la parte más sencilla pero es importante hacerlo bien.
 
Industrialmente se utilizan los limpiadores en diferentes métodos avanzados como:
 
·       Inmersión en baños asistidos por corrientes o ultrasonidos.
·       Presurizado a diferentes presiones.
·       Aplicación en estado gaseoso.
 
Es probable que no tengas todo este equipamiento así que te voy a explicar un método “más de andar por casa”. Es sencillo: consiste en la utilización de un paño para limpiar la superficie.
 
Pero no se trata de pasar un trapo y listo! además del paño en cuestión, lo que importa es la técnica. Vamos a ello!
 
El material básico que necesitas es:
 
  • Limpiador
  • Guantes
  • Papel blanco de celulosa
El limpiador es lo primero que debes seleccionar, según decía en el post anterior, teniendo en cuenta, como mínimo, la suciedad y el material de tus piezas.
 
Posteriormente, aunque sea una obviedad: protege tus manos. Existen diferentes tipos de guantes protectores dependiendo de la agresividad del producto químico que vayas a utilizar. No creo que vayas a utilizar ácidos potentes (no será muy fácil conseguirlos para uso doméstico…), así que sería suficiente con utilizar guantes de nitrilo (los clásicos que se utilizan en los hospitales) o si no, los guantes de limpieza que puedas tener en casa. Te recomiendo los primeros porque no perderás tanta sensibilidad en el tacto.
 
 
Aunque el limpiador que vayas a utilizar no sea muy agresivo (en apariencia), sé prudente y protégete. Nunca sabes cómo puede reaccionar tu piel y es mejor no comprobarlo. Ya lo sabes: más vale prevenir que curar!
 
Además, otra consecuencia positiva del uso de los guantes es que, aunque toques la superficie con ellos no la mancharás con huellas dactilares que son difíciles de limpiar (contienen más suciedad, grasa, humedad, etc.)
 
Lo siguiente sería utilizar papel blanco de celulosa en rollo o, en un apuro, pañuelos de papel, pero lo importante es que sean blancos y que no suelten fibras.

 
Es necesario que sean de papel para que los puedas desechar una vez los hayas usado (si no podrías tener la tentación de reutilizarlo transportando la suciedad de una superficie a otra!). Tienen que ser blancos para comprobar que en cada pasada se está limpiando la superficie (te acuerdas del anuncio de Tenn que decía “el algodón no engaña”? eso es lo que pasará en la última pasada).
 
Pero en tu caso, no puedes utilizar algodón porque suelta fibras y la limpieza no será muy buena si retiras la suciedad (claro!) pero quedan restos de fibras en la superficie…
 
Por último, lo más importante: la técnica.
 
Puedes verter el limpiador sobre la superficie o humedecer el papel pero lo importante es el movimiento que hagas con él. Siempre, siempre, en la misma dirección y en el mismo sentido. No hagas círculos ni frotes. Con eso, lo único que vas a conseguir es esparcir la suciedad. Y lo que quieres es eliminarla!
 
Según vayas avanzando en el número de pasadas es recomendable que cambies de papel para que, durante el proceso, vayas comprobando si éste sale menos sucio y por tanto, la limpieza está siendo efectiva. Al final podrás decir… el papel no engaña!

 
Y efectivamente, como el papel no engaña, no hace falta que toques la superficie con los guantes… ni con los dedos!!

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